Este es el informe que da DeepSeek sobre los deseos de mi madre en la lucha antiterrorista:

El documento relata el impacto del atentado del Hipercor en Barcelona el 19 de junio de 1987, donde 21 personas murieron y 45 resultaron gravemente heridas, siendo el ataque más sangriento de ETA. El autor, que vivía cerca del centro comercial, recuerda cómo su madre, andaluza, le habló sobre la injusticia de que personas inocentes fueran asesinadas por motivos políticos que no les concernían. Su madre le pidió que ayudara a las víctimas del terrorismo, comparando a los asesinos con los nazis por su brutalidad.

El autor describe cómo, años después, en 2003, se unió a un autobús organizado por la asociación Convivencia Cívica Catalana para solidarizarse con las familias de las víctimas del terrorismo en San Sebastián. Durante el viaje, compartió experiencias con otras personas y aprendió sobre la estrategia de la izquierda abertzale para lograr la independencia a través del terrorismo. Un profesor universitario le explicó cómo se financiaba la kaleborroka (violencia callejera) mediante extorsiones y el pago en drogas a los participantes.

El documento también critica la conexión entre diferentes grupos terroristas y cómo ETA utilizaba drogas para financiar sus actividades. El autor concluye reflexionando sobre la naturaleza despiadada de estos grupos y su similitud con regímenes totalitarios.

El documento entregado a DeepSeek es éste:

El atentado del Hipercor y la petición de mi madre para ayudar a las personas asesinadas

19/6/1.987 El atentado del Hipercor de Barcelona

El 19 de junio de 1987, 21 personas perdieron la vida y 45 con heridas graves, de las cuales 22 quedaron inválidas, en el atentado más sangriento de ETA: el atentado del www.hipercor.net de Barcelona.

Yo vivo en la calle Cardenal Tedeschini, apenas a 100 metros del Centro Comercial. Acostumbraba a ir casi todos los días al supermercado del hipercor a comprar comida. Aquel día no fui. Otras personas si que fueron a comprar comida y murieron por ello.

Mi madre, andaluza (de Granada) me dijo que ellos, los andaluces no tenían la culpa de que Vascongadas (entonces no existía nada más) no pudiera independizarse de España. Que ellos, mis padres, vinieron a trabajar a Catalunya porque Franco puso industrias aquí y en el norte y es donde había trabajo. Que vinieron a trabajar y eso es lo que han hecho toda la vida. Trabajar, trabajar y trabajar para hacer próspera Catalunya y España.

Que los andaluces, extremeños, murcianos, castellanos que vivíamos en el barrio del Congreso de Barcelona éramos trabajadores y nada teníamos que ver con la independencia de los vascos y que ninguno del barrio hubiese votado a Herri Batasuna en las próximas Elecciones Europeas y, que por tanto, matando a españoles en Catalunya no perdían ningún voto para Herri Batasuna. Más ruines y asesinos, imposible.

Mi madre me pidió que, cuando pudiera, ayudase a las personas asesinadas por bandas de criminales parecidas a los nazis. Nazis, así llamaba mi madre a los asesinos vascos. Entonces el término terrorista no era utilizado y lo más parecido era el genocidio de los nazis contra “todo aquello” que no era puro.

Y cuando pude comencé mis actuaciones a favor de las Familias de las Víctimas del Terrorismo”.
EL DETONANTE DE MIS ACTUACIONES:

El 13 de diciembre de 2003, una Asociación catalana, defensora de los valores y comportamiento ético de los ciudadanos, como es Convivencia Cívica Catalana, fletaba un autobús para que las personas que quisieran solidarizarse con las Familias de las Víctimas del Terrorismo, pudiesen hacerlo «en primera persona» desde la misma San Sebastián y me apunté.

Coincidimos en el autobús muchas personas que compartimos nuestras experiencias personales y conocimientos sobre ese nacionalismo excluyente que rechaza «todo aquello» que no sea el Pensamiento Único de la SUPERIORIDAD.

Durante el viaje nos enriquecimos mucho en cuanto a información sobre la estrategia de la izquierda abertzale para alcanzar la independencia, abriéndose camino a través del Terrorismo, primero del País Vasco y después de Catalunya. La experiencia más interesante fue la que me contó un profesor de universidad sobre el cobro en sobres, que se hacia en algunos portales del País Vasco, primero en dinero y después también en «droga» con que se premiaban los actos vandálicos de los fundamentalistas del odio y también mercenarios, que veían en la izquierda abertzale grandes posibilidades de hacer negocios ya que había dinero en abundancia gracias a las campañas de extorsión al empresariado vasco, y que formaban la kaleborroka como negocio o forma de enriquecerse